El Carnaval y su historia
Los carnavales existen en los cinco continentes desde tiempo inmemoriales, muchos investigadores sociólogos e historiadores sostienen que los mismos tuvieron su origen cinco mil años antes de la era cristiana, comenzando en Sumaria y Egipto.
Carnaval es una fiesta que ha habido desde siempre en la humanidad. En su primigenia acepción, significa fiesta de la carne, y era una celebración pagana alcanzando su más alto esplendor en la Roma enamorada de si misma, adquiriendo luego el toque cristiano que lo identifica hoy día.
Como es lógico las fiestas carnavalescas llegan a América desde Europa a raíz de las colonizaciones de los siglos XV y XVI.
La mayoría de los carnavales del Caribe constituyen una mezcla de elementos europeos y africanos lo que ha contribuido con la vistosidad y diversidad de colores que irradian alegría y risas entre los espectadores.
La llegada del mes de febrero marca prácticamente en todo el inicio de la fiesta de carnaval por la proximidad a la cuaresma, aprovechada por los pueblos para exponer su arte, su cultura y tradiciones, desde la famosa ciudad de Río de Janeiro hasta Moscú, África, Norteamérica pasando por el Caribe, Europea y Centroamérica se disfrutan las fiestas de carnavales durante todo el mes de febrero.
Hoy día el carnaval es la principal actividad festiva de la cultura dominicana, pero ¿de dónde nos llega?
Nuestro carnaval parece haber llegado en las puntas de los arcabuces, porque es bueno señalar que, quien invade impone su cultura su justicia, sus valores y sus normas, es así como se establecieron las bases para el alocado bailar de los cuerpos y gritar de las gargantas, en cuya atmósfera giran las mascaras grotescas, satíricas y denunciantes.
Algunos Folkloristas criollos sostienen que el carnaval dominicano tiene influencias de varios carnavales distintos como son el de la cornestolenda de Europa, él y carnaval de fuego que nos llega desde los países fríos y que simboliza la muerte que durante el invierno cubría a tierra con una blanca mortaja.
En nuestro país al igual quien otras naciones, el carnaval tiene diferentes manifestaciones, distribuyéndose los eventos a través de Los Diablos Cajuelos, Roba la Gallina, Los Guloyas, Cachúas, Los Califé, Se me Muere Rebeca, Los Papeluses, Los Toros Montecristeños y las Comparsas de Gaga hacen del carnaval en las principales ciudades del país, la manifestación cultural más atractiva e importante para sus conciudadanos.
Sostiene el sociólogo Dagoberto Tejeda, estudioso de por vida de la cultura popular, que son muchas las versiones de la aparición del carnaval en diferentes puntos del país incluyendo La Vega en 1500, pero en materia de historia, sólo la documentación avala lo que se puede decir con claridad y los documentos establecen que el carnaval se estrenó como tal en 1520 en Santo Domingo, tomando como marco diversas festividades como ‘el carnaval de Carnestolendas que culminaba el martes antes del Miércoles Ceniza en Semana Santa.
Sostiene el reputado investigador Dagoberto Tejeda, que el carnaval se ha convertido en una manifestación artístico-cultural, con su espacio para la criticidad social, de un contenido político abierto o en- cubierto, que hace uso de un lenguaje explícito o simbólico.
Asimismo Dagoberto Tejeda destaca el papel jugado por los negros, quienes no tardaron en darse cuenta de la oportunidad de expresión artística y social que se presentaba el carnaval y lo hicieron en forma de cofradía con sus danzas, su música, su creatividad, sus raíces rítmicas y su imaginación, continua diciendo que los negros de Los Minas, Los Congos de Villa Mella, Los Mendoza de Mandinga, Los Cocolos de Macorís, quienes procedían de Curazao, Aruba y Cuba han jugando un papel preponderante.
No puede concluir este trabajo sobre la historia e importancia del carnaval sin señalar que la República Dominicana es la única nación del mundo que tiene el privilegio de que la culminación de su carnaval coincide con la fecha de Independencia Nacional, lo que
significa un doble motivo para el deslumbrante derroche de energía y colores que caracteriza esta celebración en la Ciudad Primada de América.
Sostienen observadores e investigadores de estas fiestas populares, que el carnaval necesita de una mayor atención por parte del Estado Dominicano, en lo relativo a los programas investigativos y de esa forma producir un replanteo a todos los niveles para que este pueda convertirse en el principal atractivo turístico de los próximos an os a ritmo de «baile en Las calles de noche, baile en las calles de día para que al entrar febrero todo sea alegría «.
Las máscaras del carnaval
El Carnaval de la República Dominicana es una enorme fiesta cultural llena de gozo y plenitud que año tras año tiene su clímax espectacular en la Avenida George Washington (EI Malecón) de Santo Domingo.
En el carnaval dominicano, el personaje central es la figura del diablo, por lo tanto las mascaras que se construyen evocan de mil maneras las palpitaciones mágico-religiosas de las provincias del país «El Diablo» nos muestra sus deslumbrantes cantidad de cuernos y en otras nos esconde los mismos.
El Carnaval tiene como escenario de mayor manifestación el mes de Febrero y se prolonga hasta coincidir con la celebración cristiana de la cuaresma que empieza con el Miércoles de Ceniza (17 de Febrero) y con la conmemoración patriótica del 27 de Febrero (Día de la Independencia Nacional).
Además de Febrero debemos decir que en el mes de Agosto se dan ciertas expresiones carnavalescas, que coinciden con la fecha de la Restauración de la República (16 de Agosto).
La construcción de las máscaras de nuestro carnaval sigue en muchos casos un método parecido. Nuestros artesanos preparan un molde de barro con el tipo de figura que piensan crear y lo cubren de sucesivas capas de papel humedecido en almidón que poco a poco van adquiriendo la forma de careta y que luego de endurecidas esas capas se quitan suavemente del molde. Los motivos varían, regularmente imitan animales, seres humanos y las posibles caras del Diablo.
En Santo Domingo, las máscaras recrean la iconografía diabólica que conocemos de la Edad Media. Son piezas evocadoras de un espíritu desmedido y perverso.
Mascaras de carnaval según la provincia
En el Carnaval de Santiago, son conocidas tres (3) tipos de mascaras que representan el rostro del Diablo. Están «Los Pepineros» que fabrican sus caretas con cuernos lizos y prolongados. «Los Joyeros» que construyen las suyas terminadas en cuernos largos, conteniendo cada cuerno una enorme cantidad de pequeños cuernitos, y están las máscaras de los «Diablos» de Pueblo Nuevo, que son una síntesis estética formal de las dos anteriores.
En el Carnaval de Azua, los artífices de mascaras ejecutan sus creaciones teniendo de igual modo como referencia las cabezas de animales, en esta provincia también se producen manifestaciones de caretas urbanas muy singulares.
Las máscaras del Carnaval Vegano, evidencian también la referencia a Mefistófeles, como sujeto de representación. En esta provincia existe una fuerte tradición de maestros artesanos que realizan magníficas piezas teniendo por materia prima papel, almidón y pigmentos en acrílico o aceite.
En el Carnaval de Cotuí, -que no se celebra en es- tas fechas- los artesanos y carnavaleros construyen sus mascaras tomando como motivo las cabezas de animales, entre las que están las mascaras de «Cara de Cotorra», «Cara de Perro», y las máscaras de los conocidos «Papeluses». Estas últimas muy sobrias, de un color oscuro, semejante a la tierra quemada.
En la provincia de Elías Piña, el Diablo cubre su rostro de plumas de aves, -especialmente de Guinea y Gallina- pelo de animal, y algodón, dejando ver tímidamente sus cuernos.
EI Carnaval de Barahona, nos muestra unas ingeniosas mascaras construidas a partir de recipientes plásticos, Concluida la Semana Santa, salen los Diablos con caretas hechas de cajas y galones provenientes de la industria del polímero. Este fenómeno evidencia la creatividad carnavalesca de la provincia ante las limitantes socioeconómicas.
En el Carnaval de Montecristi, debemos referirnos a las máscaras utilizadas por «Los Toros», que salen a las calles a enfrentar a los «civiles» con foetes en las manos. En estas mascaras como en otras provincias, vemos representadas normalmente la cabeza
del cerdo.
Debemos hacer notar que muchas de las mascaras de los distintos puntos del país, son de una extremada perfección artesanal. La exquisita belleza de las mismas se debe a que entre los artesanos existen algunos que son artistas plásticos profesionales. Estos últimos, al igual que nuestros maestros artesanos hacen que las máscaras del carnaval sean objetos de una impresionante hermosura.
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